El sueño, el gran olvidado.
Noches alegres, mañanas tristes. Eso dice el dicho.
Lo cierto es que las noches no tan alegres, con insomnio o despertares intermitentes tienen también ese mismo efecto, aunque por otros motivos.
Aunque el sueño es uno de los grandes olvidados, modificando con frecuencia las horas de sueño o reduciéndolas cuando las obligaciones sobrepasan o cuando interviene el ocio, lo cierto es que en una de las variables más importantes en la salud mental y conviene mantener una rutina clara. Cada vez es más frecuente encontrar patrones de sueño desregulados sin motivos deliberados, sino como fruto del estrés, ansiedad o preocupaciones. Los problemas de sueño, por lo general, son uno de los primeros indicadores de malestar, junto con los cambios en el apetito.
Con frecuencia puede costar conciliar el sueño, despertarse en varias ocasiones por la noche, tener pesadillas o despertarse antes de lo habitual. Esto genera, entre otras cosas, la sensación de no tener un sueño reparador y un cansancio extremo que dificulta el día siguiente, irritabilidad y/o un mayor número de pensamientos negativos, entre otros.
Puede haber varios motivos por los que uno pueda tener una mala noche (la temperatura de la habitación, el colchón, retraso puntual de la hora de dormir, etc.). El problema radica cuando la excepción se convierte en normal y cuando genera un malestar significativo.
Muchas personas recurren a tomar infusiones, melatonina o fármacos para tratar de paliar este problema, o de abusar de cafeína para paliar la fatiga. Aunque su uso, siempre que sea consensuado por un profesional de la salud, pueda a veces ser necesario; también es importante repensar los hábitos de sueño y gestionar la ansiedad antes de recurrir a estos métodos y no tenerlos como único tratamiento.
Puesto que el sueño incide en la calidad de vida y en la prevención del problemas físicos y psicológicos, es importarte prestar atención si perciben cambios, no normalizarlos, y consultar con un profesional de la salud mental.
Comments